Querida Marga.
Te cuento, querida Marga,
que la luna sigue saliendo
sin pedirnos permiso,
que mucha gente se levanta cada mañana,
y que cada día es un día más.
Te cuento, querida Marga,
que ya sé que somos dueños,
sólo, de lo que no hacemos
(y eso, como tú sabes, no es nada)
y que no quiero ser propietaria
de unas manos vacías
que se desparraman.
Te cuento, querida Marga,
que llueve, a veces, sin avisar
y que, también a veces,
las olas del mar se enfurecen
y me llevan a la deriva, sin más.
Te cuento, querida Marga,
que me esfuerzo por saber
por qué no estás.
Te cuento, querida Marga,
que el sol reluce en esta tierra del sur
como unos ojos a punto de llorar.
Te echamos de menos, Marisi.
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