Y matarme contigo si te mueres
Porque el amor cuando no muere mata
Porque amores que matan nunca mueren....
Y no lo hice,
no ahogué mi vida de nuevo.
Quizás fue el miedo culpable
Aunque suenen mejor
las ganas de recordarte.
Y no es más cobarde sobrevivir
cuando también falta el aire.
O tal vez fuese el considerar
Que el tiempo es relativo
(y ya sale el físico)
¿Será la espera fin de camino?
Después de contar tus lunares
No cabe deshacer la vida,
perdido por los rincones.
Cambiaste de papel, mi diosa,
del mundano y terrenal ardiente
a ese otro omnipresente.
Se qué no lo querías en vida
Pero ....
Y sé que nunca mía
Y sí mía también...
a mi aire siempre.
Tuviste de cara la vida.
domaste la muerte...
Postigos de yeso entreabiertos,
a la lástima no dejaste
gobernar recuerdos,
a seis años de aquello
te rinden homenajes por lo que fuiste,
no porque no llegases a serlo,
y algunos,
yo entre ellos,
por lo que sigues siendo.
Sí, quiero
Sí, desde que decidas comportarte
en lo que a mis defectos se refiere
es fácil de llevar la peor parte
del que te hace reír si bien te quiere.
No quieras colocarme en los altares
no abuses del derecho de admisión
no tardes en contarme los lunares
procura no olvidarTE en un rincón.
De ahora, del momento, del durante
del vivo, del despierto, del que ladre
de todo el que me sabe decir NO
del niño, del amigo, del amante
del sueño, del suspiro, de mi madre
de lo que va a su aire, TUYA no.
Por lo que sigue siendo, y por lo que le queda por ser, que no es poco.
ResponderEliminarUn abrazo enorme, Paco. No sabes cómo se echa de menos aquello.