Ni por un millón de islas desenterradas
ni por una sola de sus sombras
abandonaría el náufrago su casa de agua
entre objetos perdidos y anzuelos olvidados
de peces como anillos en sus manos
ni por un millón de orillas divisadas
abandonaría el ahogado su lecho de mar
y esa sensación de terciopelo
sobre las praderas de Neptuno
en la inmensa llanura de sus ojos oceánicos.
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Me encanta abrir el blog y toparme con esta poesía.Significa mucho para mí.
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