jueves, 16 de abril de 2009

Presentación libro.

Buenas tardes, este acto de presentación del libro de poemas de Marga es un proyecto que ambos acariciábamos desde hace mucho tiempo y que siempre supe que iba a vivir aunque no como actor sino como orgulloso espectador.
Este proyecto empezó a fraguarse hace ahora cuatro años cuando de una forma casera preparé, precisamente para conmemorar el día de la mujer trabajadora, la elaboración de un libro con sus poemas. Me pareció que el destino de algo tan bello no podía ser el de permanecer por tiempo indefinido en el disco duro del ordenador o traspapelado entre facturas o apuntes, sobretodo porque representaba todo aquello de lo que yo, su profesor de física me consideraba incapaz.
Pero esto sabía a poco y el siguiente paso era la publicación del libro. Isabel Teresa nos ofreció de inmediato su apoyo para este proyecto. De eso hace casi tres años y por fin hoy podemos tener en nuestras manos el resultado.
Alguien podría pensar que el motivo del retraso fuese el miedo a la crítica, pero eso significa no conocer a Marga. Ella disfrutaba mostrándose a la gente y no le temía a nada, excepto no poder seguir haciéndolo. Era no obstante consciente de que la suya no era una poesía fácil, pero eso no importaba pues como sabemos, en un poema lo importante no es lo que motivó al poeta a escribirlo sino lo que su lectura despierte de entre nuestras experiencias y emociones dormidas.
Cuando conocí a Marga no me extraño lo más mínimo que escribiese poesía, me parecía algo natural en ella expresar belleza en cualquiera de las formas posibles. Lo comprendí cuando vi cómo una recién llegada a la enseñanza era capaz de transmitir la poesía a alumnos, incluso los que más problemas daban en otras asignaturas eran capaces de vencer el estúpido pudor del que se cuenta sincero, la incorporaban a sus vidas, recitaban en clase, , y hacían teatro.
Cuando más tarde me descubrí enamorado de ella, pude disfrutar del hecho de que se pusiera a escribir delante de mi con la naturalidad de estar haciendo algo que era muy suyo. La verdad es que no llegué a su altura, me quedé maravillado con lo que en uno de sus poemas llama el “cálculo de escribir” pero no llegué a entender el “arte de calcular” ni esos sentimientos, para mi esquivos, que encerraban sus versos.
Pronto desistió de seguir haciéndolo, no resistía que intentase aplicarle mis fríos análisis racionales a su técnica, con lo que al final solo me enseñaba los poemas terminados, aun lamentando mi incapacidad para comprenderlos.
No ha sido hasta después de que nos dejara cuando he conseguido comprender el por qué de mi dificultad y es que los sentimientos que me inspiraba su lectura no eran los mismos que veía en su vida, en su cara, y no podía siquiera imaginar que pudieran ser reales. Y tal vez no lo eran y se trataba sólo de ficción, o de una forma de conjurar el miedo a sufrir la frustración ante injusticias sociales, ante traiciones, ante imposibles o ante valores que ella despreciaba. Por el contrario, en su vida se entregaba a la amistad y al amor de forma casi temeraria sin miedo alguno, sabedora de que nadie podía resistirse a la sinceridad de su corazón . Fue entonces cuando comprendí que para ella había dos tipos de poesía, y sólo escribía una de ellas.

Para ella, escribir era una forma de sacar fuera todo lo negativo, todo lo que su esencia rechazaba. Una vez volcado ese sentimiento, el poema había cumplido su misión y por lo tanto no había necesidad de guardarlo. Siempre me comentaba despreocupada los muchos poemas que había traspapelado.
Por desgracia se cruzó en su vida un episodio que convirtió en banal todo lo anterior y la poesía no era lo bastante fuerte para conjurarlo, por lo que dedicó todo su tiempo a hincarle los dientes con una fuerza y valentía asombrosas.
Aún después de que este episodio no fuera más que el recuerdo de una pesadilla, seguía sin poder escribirlo, temerosa de evocar de nuevo todo el dolor y la amargura vividas. Poder hacerlo marcó el final de esa oscura etapa, la forma de arrinconarla en la memoria y abrirse paso a nuevos poemas más dulces en los que incluso lamenta los poemas perdidos.

Pero como ya he dicho había otra poesía, la de sentimientos como el amor, la amistad, la ilusión y la esperanza y esa no la escribía, sino que las vivía para deleite de los que la rodeábamos. Era la que todos podíamos ver cuando cantaba, cuando animaba a los mayores desde el escenario, cuando sonreía, cuando bailaba orgullosa con su padre en las verbenas, cuando tocaba con la banda, cuando colaboraba en toda actividad cultural que se celebrase en el pueblo, cuando cantaba a San Antonio con el coro, cuando paseaba por el nacimiento cargándose de la energía que necesitaba, cuando tenía siempre una sonrisa para el que quisiese disfrutarla, cuando se imaginaba un proyecto y nos deslumbraba con su ejecución, cuando repartía las dosis justas de cariño y firmeza para que sus alumnos se pudiesen sentir al final orgullosos.


Sería bonito que cada uno de nosotros hiciésemos único este libro añadiéndole los poemas que hayamos vivido con ella y que se encuentran grabados en nuestra memoria. Tengo la suerte de que sin haber secuestrado ningún verso, pueda disfrutar de uno de los tres más voluminosos, cargado de cuatro años y medio de amor, admiración y respeto.

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