En el ruido de las alas que golpean,
como piedras.
En la dulzura. En el silencio de no volver
atrás los pasos.
En los pechos que consuelan
que no son tú,
ni tu refugio.
En otros ojos. En la vertiente de esa gota,
que cae.
En la soledad y en las raíces
de este vientre.
En la certeza.
“Tu me manques...”
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