Pueblo, mis ojos de no contemplarte se queman
como las rudas manos del que siega.
Con la luna ..., una cama de piedra
y un cabecero de hierba en la era
y a esperar acostada el tapujo de las estrellas,
arrimada a un surtidor de agua nacida y fresca
donde se ven en un punto lejano del cerro
un cuadro de sauces llorones e inquietos.
Y esmerada en cortar las flores más frescas
y en vestirme de dama de noche
cuando el ojo de la tarde acecha.
Y todavía en el mes de Abril
si es que el inmenso humo me ciega
y el asfalto enfría aún mis pies en primavera...
con todo esto que me traje de ayer
es con lo que vuelvo a mi pueblo serena
en el momento más propicio,
cuando ya no me parece tan soportable la ausencia.
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