jueves, 16 de abril de 2009

Tratado de Ciencia y Literatura

Nebulosa esfera de átomos proyectados
desde un mismo punto matemático.
El lastre ilustre de un ojo redondo
cae desde su altura sobre un cuerpo:
“Ley de la Gravedad”, diría Newton.

Deshilvanadas las ganas de dos sinos inconexos.
Grotescos títeres obstinados se ocultan
entre ufanas bambalinas deformes:
ella, espantajo; él, contrahecho:
Valle-Inclán: “Teoría del Esperpento”.

Se abre el telón: Ciencia y Literatura
encarnando una escena de celos.

Allá donde la mente anega los huecos vacíos,
bajo la luz artificial de Alva Edison
seguirá deslizándose la pluma lorquiana,
cuando las yemas de los dedos del poeta
hinquen sus raíces en el cómputo científico.

Sin dejar de ser un solo tratado,
un tratado solo,
el arte de calcular y el cálculo de escribir.

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